Alfredo Guttero (Buenos Aires, 1882 – 1932)
es uno de los artistas clave de la historia del arte argentino. Sus pinturas y yesos cocidos, técnica personal inventada por el pintor en 1927, constituyen un cuerpo de obras que lo ubica entre los principales protagonistas de la renovación cultural ocurrida entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX en lo que los historiadores llaman la modernidad.
Guttero pasó la mayor parte de su vida profesional estudiando y trabajando en Europa, especialmente, en París y con breves residencias en Alemania, Austria e Italia, y viajando por diferentes ciudades de España, Inglaterra, Francia y Suiza. Después de más de dos décadas de ausencia, finalmente, en septiembre de 1927, regresó a Buenos Aires, donde desplegó una intensa actividad hasta el momento de su muerte en diciembre de 1932.
Durante esos cinco años en la Argentina, Guttero se dedicó a trabajar en su obra y a exponer en los salones nacionales y provinciales de bellas artes que se extendían por el país, así como a inaugurar muestras individuales y a participar de exposiciones colectivas. Pero, al mismo tiempo, se convirtió en un hombre de acción destinando gran parte de su tiempo y esfuerzo a diseñar y desplegar estrategias y planes de lucha con el objetivo de afirmar la presencia del arte moderno en la Argentina y para enfrentar los aspectos más reaccionarios y conservadores del ámbito artístico local. Guttero fue asesor de la Asociación Amigos del Arte y director artístico de la sala de exposiciones de la Asociación Wagneriana; participó en varias publicaciones especializadas y de vanguardia; fue miembro de la Agrupación de Artistas Camuatí y autor en la revista homónima; propuso un programa de barracas desmontables de exposiciones, sus “girantas”, que debían recorrer los barrios porteños; organizó exhibiciones individuales de sus colegas, participó de jurados de admisión en salones oficiales; firmó cartas y petitorios públicos dirigidos contra la burocracia institucional reclamando modificaciones de política en el Museo Nacional de Bellas Artes y la Comisión Nacional de Bellas Artes; apoyó proyectos editoriales renovadores enfocados en la historia del arte argentino; buscó fortalecer los intercambios de exposiciones e información con intelectuales y artistas de Uruguay y Brasil; se comprometió con la actualización de la enseñanza y fue cofundador de un taller libre; creó nuevos modelos de salones y novedosos circuitos de visibilidad para los pintores y escultores nuevos fundando y organizando periódicamente el Salón de Pintores Modernos presentado en Buenos Aires, La Plata, Rosario y Montevideo.
Anunciación, 1927
Óleo sobre tela
180 x 136
Colección Galería Vermeer, Buenos Aires
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Georgelina, 1915
Óleo sobre tela
100 x 80
Colección Zurbarán, Buenos Aires
Paisaje de Puerto Nuevo o Paisaje de puerto o Elevadores, 1928
Pigmento industrial, yeso y cola natural
sobre madera terciada
61 x 71
Colección particular, Buenos Aires
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